02 septiembre, 2005

"UNA DESPEDIDA"

Una vez, hace ya muchos años, me enviaron una carta. No tenía remitente, pero por entonces no daba importancia a esos detalles. Siempre me ha hecho mucha ilusión recibir correo, así que la rasgué con ansiedad e inmediatamente la leí. Era una carta bastante enigmática aunque encantadora. No pasaron más de unos minutos cuando sentí un nudo en la boca del estómago. Volví a leerla y ya no me pareció tan encantadora, se trataba de alguien que decía que se cruzaba conmigo por la calle, que nos mirábamos sin conocernos, bla bla bla. Evidentemente se trataba de una carta anónima. El caso es que me dio miedo. Podía ser cualquiera. Caminar por la calle resultaba extraño, prefería mirar al suelo antes que cruzar la mirada con nadie. Así pasaron unos días, mis amigos no le dieron demasiada importancia cuando se lo comenté, me sentí muy sola. Una semana después, viendo el telediario, hablaron de una empresa de automóviles que se había dedicado a mandar cartas anónimas a modo de publicidad. Seguro que más de uno recuerda aquella noticia. Hubo incluso gente que denunció. Yo me sentí aliviada, dejé de tener miedo, pero nunca lo olvidaré y por supuesto nunca los perdonaré. Jugaron con mis sentimientos y los de millones de personas y lo peor de todo es que nadie, jamás me había hecho sentir tan ridícula y avergonzada. Cuando lo volví a comentar con mis amigos nos reímos mucho pero lo cierto es que a día de hoy sigo sin verle la gracia.
Esta es una anécdota sin importancia pero aunque así sea, creo que nunca se debe de jugar con los sentimientos de los demás, el respeto por los semejantes es importante. Es una regla no escrita pero debería de estarlo.Aún así, no pudieron arrebatarme la ilusión por recibir correo de aquellos a los que quiero, una carta, un e-mail, un sms... Siempre me hace sonreír. ¡Siempre!

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