22 marzo, 2006

"UN GANSO CON PRETENSIONES DE GALLINA"

Este ganso se ha puesto filosófico y no para de darle vueltas y vueltas a una frase y de cómo llevarla a cabo sin que su corazón estalle en mil pedazos.
No se puede encontrar la paz evitando la vida”.
¿Como se te queda el cuerpo? Es como pa echarse a llorar, aunque no pienso hacerlo (que no tengo el síndrome premenstrual y no toca) prefiero seguir pensando en ella, que por otra parte es igual de entretenido que ir de compras pero sale más barato, y a la larga llena más.
¿Has pensado algo ya? Porque yo sigo dándole vueltas y vueltas. ¿Aprender a vivir? ¿Sin ansiedad? Para mi es ciencia ficción ¿Alguien sabe algo de magia? ¿El teléfono de J.Antonio Marina? ¿El de Alejandro Jodorowsky? ¿La receta de la abuela? ¿Algún tutorial en internet? Estoy desesperá.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No pasa nada, bueno nada que no tenga solución, es solo que acompaño al tiempo, hoy me nublo mañana me despejo, al otro me encapoto, y una semana así hace mella en cualquiera.

A veces echo de menos el pasado y otras muchas el pasado me echa hacia el futuro. Cada vez es todo mas complicado. Me gustaría vivir un verano de esos en los que la vida empezaba muy temprano allá por la vega, el sol aún no había salido, y yo me levantaba con mi padre para ir al campo. Eso no era lo mejor del día, pero ahora recuerdo lo que me gustaba sentir el fresco de la mañana en mi piel, remolonear un rato mas en la cama y arroparme con las sabanas como burlándome de el calor pasado la noche anterior.

Luego me iba a trabajar al campo, había que madrugar mucho porque a las doce de la mañana, ya era casi inhumano seguir bajo aquel sol. Llegaba a casa siempre en mi bicicleta verde de montaña, practicando todo el camino como pedalear suelto de manos cortando el viento caliente, con que alegría y ganas volvía, como lo echo de menos.

Luego subía las escaleras y al entrar en la terraza notaba ese aire fresco, el mismo que había dejado unas horas antes. Mi madre terminaba de preparar la comida. Mientras yo, me tumbaba en el sofá buscando en la televisión alguna serie que me sacase de allí, que me llevase a algún mundo por descubrir o que me mostrase otras vidas.

Cuando todos habían terminado de comer, y caía el peso del mediodía, yo ayudaba a mi madre a recoger la mesa, aún siento como sonaban los platos al caer en la pila, como rompía el silencio el sonido del motor que sacaba el agua. Luego cuando todos se acostaban a echar la siesta yo me quedaba en el sofá, y no porque no tuviera sueño, solo era solo por sentir aquella paz, aquel silencio, esa tranquilidad que se vive en un pueblo pasadas las tres de la tarde. Cuanto la echo de menos.

Al caer la tarde, salíamos todos, la vida del pueblo empezaba su movimiento, como si todos hubiésemos estado metidos en zulos tras un ataque, y el peligro ya hubiese pasado. Yo quedaba con Jesús con Cristóbal con Rafa y nos paseábamos con las motos por el pueblo luego nos tomarnos unas cañas y a fumarnos unos cigarrillos en el Paseíllo del Río. Casi siempre nos quedábamos yo y Cristóbal hablando hasta muy tarde, cuanto me acuerdo de el… Otras veces me quedaba con Lidia y nos íbamos a la puerta de su casa para que su madre nos diese unos cigarrillos y echarnos unas risas con ella escuchando sus historias. Y luego a dormir que al día siguiente había que madrugar….

Otras personas recuerdan su verano en alguna playa o pueblo, pero yo lo recuerdo así, claro que he estado en playas, pero no es eso lo que echo de menos, echo de menos mi pueblo, mi gente, el despertar frío, la esperanza porque algo mejor llegase, a Cristóbal, las ganas de que llegasen las doce del mediodía, mi bicicleta, mi inocencia, la burbuja que hacia sentir especial, y sobre todo soñar despierto.

Quiero luchar por conseguir todo eso, porque es mío, porque lo traje conmigo y en algún lugar lo guarde, por desgracia lo he olvidado. Ya es junio y no siento el verano, es un día más, un mes más en mi vida, no hay nada especial, no hay nada que lo haga diferente de otros meses, ya no deseo, ya no espero, ya no sueño…

Anónimo dijo...

Ahora que leo tus palabras con más calma, entiendo lo que me decías el otro día. Yo siempre intento ponerme en el lugar de los demás, pero es evidente que no siempre lo hago y esta es una de esas veces y me siento mal.
Es cierto que cuando lees algo como: “…ya no deseo, ya no espero, ya no sueño…” y encima lo ha escrito un amigo, alguien a quien quieres, se te cae el alma a los pies. He sido una egoísta, no pensé en que mis palabras podrían afectar a los que me conocen. Es normal que quieran verte y darte un poco de calor, de esperanza y ánimos. Eso es al menos lo que yo querría, darte un gran abrazo de una hora por lo menos para que tuvieses tiempo de reflexionar y ver que nada es tan malo.
Pero también es cierto que cuando uno está mal y necesita soledad, los demás deben esperar un poquito. Eso no es egoísmo, como tampoco lo es compartir un post con unas palabras sinceras y desgarradoras. Todos pasan por situaciones similares alguna vez ¿no? Además, no todos tenemos el valor de decirlo a la cara, o simplemente no queremos ser una molestia y hacer sentir incómodos a los demás.
De todas formas, en esta ocasión (y sin que sirva de precedente) te doy toda la razón. Y por si te sirve de algo: “Te quiero muchísimo”.

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